Si tuviera que decir ahora mismo qué me gusta de la radio diría: todo. Y es que, cuando tu vida ha ido entrelazada a la que es tu profesión es difícil encontrarle defectos a algo que te gusta tanto. Si cierro los ojos, aún me veo llamando por teléfono cada tarde a la emisora más cercana para pedir canciones. A veces los sueños se cumplen. Sin más.

Cuando alguien me preguntaba que quería ser de mayor, yo quería trabajar en la radio. La primera vez que me senté delante de un micrófono tenía 16 años y recuerdo a la perfección los nervios de aquella tarde. Mi tartamudeo constante y el temblor de manos que no me permitía atinar en el control de emisión. Saber a ciencia cierta que has encontrado eso que quieres hacer el resto de tu vida. A los 16. Y desde entonces, hasta ahora.

Me formé como periodista en la Universidad Carlos III de Madrid. Estudié mientras 

grababa programas desde mi habitación que enviaba cada tarde. ¡Incluso montamos una emisora en la residencia de estudiantes! Aprendí mucho, crecí como profesional aún más y seguí amando la radio. Por aquel entonces, me especialicé en diseño de revistas y suplementos. Posiblemente, el diseño sea otra de las pasiones de mi vida, peo ese es otro cantar. Cuando parecía que el mundo se acababa, en 2008, acabé mi formación académica y volví a casa.

Dos años después, casualidades de la vida y en mitad de una corriente que me alejaba cada vez más de la radio, volvió a aparecer. Fue entonces cuando empecé a trabajar en publicidad y, de rebote, una sustitución me llevó a volver a sentarme detrás del micrófono. Y es que a veces, las cosas pasan porque sí. Porque estás en el momento adecuado, en el instante decisivo. Ésta que ahora considero mi casa me acogió, de nuevo temblorosa, para trabajar en el verano de 2011. Y resto es historia. Mi historia con Cope Villena MQR.